Performance de Rita Renoir |
Hay entonces diferentes planos, yo anteayer en el Théàtre de Plaisance y ahora aquí diciéndolo, los que van acercarse por una vía de palabras, y sobre todo lo más difícil de abarcar, una doble corriente que va de la escena al público y de éste a aquélla; intercesor ambiguo, sé que me sentí esa noche como el recipiente de otro contenido, y otra lectura de eso que ocurría sin palabras en un tablado donde todo estaba desnudo, Rita Renoir y las paredes y el piso y el supuesto cielo que volcaba el cono sulfuroso de la luz demoníaca; junto a mí, detrás, la marisma penumbrosa de una platea poblada por risas, susurros, otras lecturas, otras versiones posibles. Intercesor ambiguo porque vanidosamente creo que esa noche tuve contacto, que mi lectura fue una vivencia piel a piel, pero cómo saber si el relator de tantas ficciones no se dejó poseer por una más, así como Rita Renoir se dejaba poseer por un demonio que pocos alcanzaban a concretar, sobrepasados por un espectáculo que los escupía a lo peor de sí mismos, a eso que innoblemente murmuraba y reía en la sombra mientras en mi garganta se cerraba un dogal de garrote, inventándome un suplicio como en la escena Rita Renoir inventaba la ceremonia que en su hora llevo al éxtasis o a la hoguera a tantas inventoras y un horrible, exaltante realidad harto mas cierta y tangible para ellas que el pan nuestro de cada día. En lo ambiguo, en lo relativo, en una luz de teatro me estoy moviendo y no soy más de fiar que Guido Crepax cuando dejó partir a Valentina a su sagas entre vividas y soñadas; digo solamente que una música prepara ese pasaje y entonces Rita Renoir avanza hacia el círculo de luz cárdena, admirablemente envuelta en un ropaje negro, la cabeza y la cara cubiertas por un capuchón hinchado y grotesco que hace pensar en ahorcamientos o pasos de comedia del arte. Sólo sus pies, el nacimiento de las pantorrillas dicen de su juventud y su sexo, el resto un vientre negro traza los encantamientos, una voz mecánica y aguda declinar la nomenclatura de las potencias de la noche...
Julio Cortázar - Fragmento de Homenaje a una joven Bruja - Territorios
15 comentarios:
Cortázar en celo.
Rita Renoir no propone su cuerpo crucificado y empalado como escapismo cultural hacia un edén de buen salvaje o de comunidad escandinava en ruptura con la ciudad; si algo nos dice es que después de asumir el emblema, la cruz de ese cuerpo martirizado por la mirada del hombre viejo, infinitamente más diabólica que el falo del demonio que la posee y la desgarra...
Lo único que queda por hacer si hemos comprendido, si algo de ese hombre viejo ha sido aniquilado, es volver a vestir ese cuerpo que es nuestro cuerpo y todos los cuerpos, y aprender a amarlo de nuevo desde otro inicio, desde otra libido, desde otro sistema de la sangre y los valores...
Tremenda Rita Renoir. Para Jean-Paul Sartre era una diosa y para Federico Fellini, una mujer temible. Para Cortázar, lo podemos leer en "Homenaje a una joven bruja."
¡Tremendísima!
No recordaba este texto de Cortázar. Qué voluptuosamente despampanante y libre era el pensamiento de Julio...
Donde dice "era" léase es.
.........ante, ........oso, ......al.
Qué yuyú.
Sin acento, claro.
Antierótico totalmente.
Pero literatura de gran nivel.
Lo que quieras, pero hay que tener cuajo.
No sé si te estará haciendo bien tanta montaña verde y castaños...
Mejor me callo.
Y en "Crepusculandia" también están inspirados...
Otros que tal bailan...
Hora de develar el misterio, Gato...
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