Hasta hoy, no hay un sólo retrato conocido de On Kawara. El genio nipón no concede entrevistas ni imparte conferencias. Nunca comenta públicamente su obra. Pocos lo han visto o saben algo de él fuera de su trabajo como artista conceptual.
Su única biografía, publicada en 1974 a manera de presentación para una exposición, dice así: On Kawara, artista-japonés, 25,712 días.
Desde 1966, On Kawara trabaja diariamente en la creación de una pieza diaria que eventualmente se sumará a la famosa Today Series: una colección de pinturas que muestran en letras blancas, sobre un fondo de color sólido, la fecha en que cada obra fue realizada con otros agregados en código siguiendo varias reglas, entre ellas: cualquier pintura no terminada antes de medianoche será abandonada; cada una será acompañada por un contenedor con información sobre las experiencias cotidianas del artista (como puede ser una nota de periódico); toda pieza será adaptada al sistema de puntuación, lenguaje, etc., de la ciudad en donde sea creada.
La serie I GOT UP reúne una colección amplia de postales que el artista envió durante años a sus amigos y familiares: cada una contenía la hora a la que se levantaba cada día; I WENT, cartas enviadas también diariamente, con la lista de direcciones recorridas; el libro titulado I MET, es en realidad otro listado, éste de todas las personas que su autor ha conocido; I STILL ALIVE compendia una serie de telegramas, enviados siempre a la misma hora, con el mensaje: “I still alive”.
En conjunto, su trabajo puede verse como una especie de archivo del paso del tiempo a través de On Kawara.
Su obra, hay que decirlo, a pesar de los lapsos abrumadores que enmarca o la disciplina requerida para llevarse a cabo, es más bien escueta en tanto a plasticidad. Es además una reflexión encerrada en sí misma donde el artista, a partir de la exposición de todo este montón de datos inútiles sobre su vida cotidiana, parece intentar más bien un acto de escapismo. Expresar una desaparición o desaparecer, mejor, en la inmensidad del calendario donde traza estas muescas patéticas. Una idea original, si me preguntan a mí, que valdría la pena explorar en las piezas de este señor.
Su última exposición, One million years, surgió de una obra que data en realidad de 1969, consistente en una serie de libros (12 volúmenes). En esta nueva versión de la pieza, una instalación, dentro de una cabina vemos un escritorio tras el cual están sentados un hombre y una mujer. Sus voces pueden escucharse desde afuera (la primera presentación de One million years tuvo lugar en la calle) y en principio producen la sensación de que ambos sostienen un diálogo. Cuando el espectador se acerca, se da cuenta de que en realidad están tomando turnos para leer los libros de On Kawara, cuyas páginas contienen una lista de fechas que van desde 998,031 AC hasta 1969 DC. Esta primera lectura recorre un millón de años hacia el pasado y una segunda lo hará hacia el futuro, de 1980 DC a 1,001,980 DC. Dicha lectura la completarían diversos colaboradores, sus voces serían después grabadas en una serie de discos que representarán una nueva versión de la pieza.
El artista dedica la lectura del pasado a todos aquellos que han vivido y muerto, y la del futuro al último que sobreviva.
Aquí un video donde puede apreciarse el funcionamiento de la instalación.
2 comentarios:
Vaya!! No sé qué decir sino... vaya!
Se te tiene que ocurrir....y luego saber vender la moto en marcha.
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