"Mis obras son una reconstrucción del pasado. En ellas el pasado se ha vuelto tangible; pero al mismo tiempo están creadas con el fin de olvidar el pasado, para derrotarlo, para revivirlo en la memoria y posibilitar su olvido". Toda su producción gira en torno a las emociones provocadas por los recuerdos de su infancia, por ello se ubica en espacios domésticos llenos de objetos que son al mismo tiempo realidad y metáfora de aquello que no se puede decir.
"Me sentí atraída del arte porque me aislaba de las difíciles conversaciones en las que mi padre se jactaba de lo bueno y maravilloso que era... Cogí un pedazo de pan blanco, lo mezclé con saliva y moldeé una figura de mi padre. Cuando estaba hecha la figura empecé a amputarle los miembros con un cuchillo. Considero esto como mi primera solución escultórica. Fue apropiada para el momento y me ayudó. Fue una importante experiencia y determinó ciertamente mi dirección futura." ¿Ha negado Louise Bourgeois alguna vez esa ira? Nunca. Más bien al contrario, la ha utilizado como fuerza durante el resto de su vida.
Louise Bourgeois pertenecía a una familia dedicada a la restauración de tapices. Su vivienda estaba situada junto a un río por sus propiedades químicas adecuadas para tal actividad y frente a un matadero, de manera que el agua y los cuerpos fragmentados tendrán presencia en su obra.