miércoles, 12 de septiembre de 2012

Nancy Spero

Nancy Spero. Disidanzas fue la primera exposición retrospectiva que se dedicaba, tanto en Europa como en Estados Unidos, a esta artista pionera del arte combativo de los años sesenta y setenta. Feminismo, activismo político, arte, danza, figuración y poesía discurren entrelazados en la obra de Nancy Spero (Cleveland, Ohio, 1926 – Nueva York, 2009) y se articulan en discursos disidentes que abren grandes brechas en los modelos patriarcales de la modernidad entonces imperante. «En su repetición acompasada, en la danza que vuelve a empezar se ve que Nancy Spero pertenece a la especie de los poetas. Poeta en pintura.» Son palabras de la escritora Hélène Cixous, autora del texto del catálogo que inspiró el título de la exposición. Las categorías artísticas tradicionales se difuminan en la obra de Spero: la artista utiliza la escritura como grito, el lenguaje como grafito, el texto como incisión en el cuerpo. Un cuerpo, el suyo propio y el de muchas otras mujeres, que se expresa a través del ritmo y el movimiento: de la danza, a fin de cuentas. Una danza mallarmeana modelada como escritura y gesto poético. La exposición ilustró cincuenta años de la producción artística de Spero, e incluía desde obras inéditas de sus inicios –cuando era estudiante en el Art Institute de Chicago– hasta su última instalación presentada en la Bienal de Venecia: Maypole 2007. 



7 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Me gusta, aunque yo aconsejaría no hacer el más mínimo caso a las interpretaciones de los críticos y/o entendidos en su obra, como por otra parte ocurre con cualquier artista. Pura palabrería, de alguna forma tienen que ganarse el pan.
Me gusta y punto, ¿vale?

Sirgatopardo dijo...

Los criticos son otra secta, a mí más que gustarme o disgustarme me interesa, no lo tengo muy claro....

Sirgatopardo dijo...

Por cierto, gustar o no gustar es el tema.

JODIDOS (la minina y el sietemesino) dijo...

Me gusta.

marian dijo...

Arte rupestre parece.

Sirgatopardo dijo...

Cuando tienes razón, hay que dártela.

marian dijo...

De la escuela levantina.